UN ESCRITOR FANTÁSTICO (NI UNA PALABRA MÁS, 2013)

Oye mira, que me dice que el libro trata de un escritor fantástico, un Virgilio Nuevo, que está condenado a escribir en el vaho de los cristales del ventanuco que hay en su buhardilla, un palomar reconvertido en casa a lo alto de un edificio centenario en el casco viejo de una ciudad europea. Dice que está hecho, que cualquiera le vale, pero que le cuesta Dios y ayuda desprenderse de él porque es algo fabuloso (dice) ver cómo evoluciona aquella masa y cómo, cada vez que la mira, de ella sale algún rostro, que le habla. Por ejemplo: si él condena a aquél Virgilio Abuhardillado a observar sin consuelo cómo su último párrafo, porque siempre es el último párrafo, se borra por efecto de la lluvia o del calor; de repente aparece una cara de Juan Bonilla y le dice “amigo ¿quién es el que paga la luz?”. Y él entonces, como respuesta a la cara de Juan Bonilla, obliga a aquel Virgilio Condenado a volver a sacar aliento de su garganta para seguir escribiendo un nuevo último y más grande párrafo, y esta vez hace todo lo posible porque se parezca a mortal y rosa, porque hace mucho tiempo que no le insulta Umbral. Si. Apañao. Dice su mujer que así se ha tirado los 11 meses que lleva. No, no. El que paga la luz es Juan Bonilla. No, Virgilio es un mote que le he puesto yo a su personaje. Que no, que el personaje no sabe nada de las cabezas, que eso me lo ha dicho él. Sí, los lectores sí lo saben. Bueno, pero tú vete para el restaurante que ya llego yo y te lo explico comiendo. No. Ése lo han cerrado. La puta crisis.