EL HOMBRE QUE HABÍA BOMBARDEADO LA SELVA DE TODOS SUS CONTACTOS PENSABA



El hombre que había bombardeado la selva de todos sus contactos pensaba, sentado y en pelota picada, en la impoluta cama del imaginario hotel: Es curioso, los muy condenados sonreían, vitoreaban y lanzaban abrazos llenos de un afecto tan caliente y sincero que traspasaban el delicioso, wagneriano y corrosivo olor del spam.


(para todos los bombardeados, con agradecimiento y un orgullo del tamaño de una planta de mi primo El Jardinero, he dicho)